Salvador Allende y La Masacre de Trelew
El 11 de septiembre de 1973 es derrocado en Chile por un golpe militar el gobierno de Salvador Allende quien muere defendiendo su lealtad al pueblo en el interior del palacio presidencial bajo el bombardeo de la fuerza aérea chilena.
Vaya nuestro homenaje al legado humano y político del hombre que despertó la posibilidad de conjugar plenamente el socialismo y la libertad.
El pasado 22 de agosto se cumplieron 40 años del fusilamiento de 19 militantes revolucionarios en la base aeronaval Almirante Zar que paso a la historia como “La Masacre de Trelew” con un saldo de 16 asesinados y 3 sobrevivientes. Estos hechos actualmente están siendo juzgados en los tribunales de Rawson para determinar la responsabilidad del grupo de militares a cargo de la base.
Las 19 víctimas fueron tomadas prisioneras tras el fracaso parcial de una fuga masiva de presos políticos de las organizaciones guerrilleras ERP, FAR y Montoneros de la cárcel de Rawson en Chubut. Seis de sus principales dirigentes Santucho, Mena, Gorriarán Merlo, Quieto, Vaca Narvaja y Osatinsky lograron llegar al aeropuerto de Trelew y tras el secuestro de un avión comercial descendieron en suelo chileno donde gobernaba la Unidad Popular.
En su discurso del 04 de septiembre de 1970, en la noche de la victoria electoral de la Unidad Popular, Allende manifestaba al pueblo: “el compromiso que yo contraigo ante mi conciencia y ante el pueblo -actor fundamental de esta victoria- es ser auténticamente leal en la gran tarea común y colectiva. Lo he dicho: mi único anhelo es ser para ustedes el compañero presidente”.
Ese compromiso de lealtad lo llevó con coherencia y dignidad hasta el último minuto de su vida en que en circunstancias de ser atacado por las fuerzas armadas enunció su último mensaje a su pueblo, en tono calmo, esperanzador y contundente: “Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.”
Publicamos a continuación un extracto de la nota publicada en el portal Argenpres que une estos dos hechos y demuestra una vez más el ejemplo de la coherencia entre la palabra y la acción del “Compañero Presidente”:
“El 15 de agosto de 1972 los 114 prisioneros políticos de la base naval Almirante Zar sita en la Patagonia argentina, casi todos ellos guerrilleros, se tomaron el penal. Por descoordinaciones sólo algunos alcanzaron a llegar a Trelew donde se hicieron de un avión de pasajeros y enfilaron rumbo a Puerto Montt en territorio chileno…
…De Puerto Montt llegaron a Santiago, la realidad jurídica era que habían entrado ilegalmente al país, venían armados y con un avión secuestrado. Esa era la legalidad formal, lo real era su condición de luchadores por la libertad de su patria.
Depusieron las armas y pasaron a la calidad de retenido en el cuartel central de la Policía Civil chilena, una suerte de huéspedes forzados. La petición de extradición se anunció de inmediato por el gobierno argentino, al que una revolución con tantos enemigos y que luchaba en solitario como la nuestra no podía desatender sin más. Argentina nos había dado hasta un préstamo para comprar trigo.
La derecha chilena tocó de inmediato las campanas del escándalo: “Chile el santuario de los extremistas latinoamericanos”, “se perjudica la relación con Argentina “, “se viola el estado de derecho”.
Una gran manifestación popular en los faldeos del Cerro Santa Lucía expresó la solidaridad revolucionaria de los chilenos con sus hermanos argentinos.
El 22 de Agosto 16 de los prisioneros políticos que no pudieron huir fueron fusilados en Trelew, un vil asesinato.
El presidente Allende se reunió con los abogados de los jóvenes argentinos en el Palacio de La Moneda y pidió a su ministro de Relaciones exteriores su opinión. La relación del ministro fue desoladora: todo el derecho en contra, el nacional y el internacional.
Sólo el presidente del Consejo de Defensa del Estado Eduardo Novoa Monreal dio argumentos a favor de la no entrega. Cada nuevo consultado acumulaba argumentos legales y políticos en Pro de la extradición. Los abogados de los fugados veían venir lo peor. Sorpresivamente el presidente de la República de Chile, el jefe de la Revolución chilena, se puso de pié y dando un golpe de puño sobre la mesa dijo con voz clara y determinación. “Así serán las cosas, pero este es un gobierno socialista mierda y no entregamos a ningún compañero… esta misma noche se van para Cuba”.
Fuente: http://www.argenpress.info/2011/06/allende-este-es-un-gobierno-socialista.html